domingo, 14 de agosto de 2011

ENRIQUE GRANADOS CAMPIÑA.


  Compositor español, catalán para más señas, nació en Lérida el 27 de julio de 1867 y comenzó a estudiar música a una edad muy temprana (piano) con el maestro mallorquín Joan Baptista Pujol, alumno a su vez del pianista mallorquín Pere Tintorer, que había sido alumno de Liszt. En 1887 se traslada a París para continuar sus estudios con el maestro Charles de Beriot y allí conoce a Albéniz y también a algunos compositores franceses de la talla de Faure, Debussy, Ravel ....y  establece una gran amistad con Camille Saint-Saëns, regresando a Barcelona en 1889 para dar su primer concierto con una obra de Grieg, fundando después, en 1901,  la academia Granados junto a su mujer Amparo. En esa academia habrían de formarse figuras de la interpretación pianística como Frank Marshall, que a su vez fue maestro de Alicia de larrocha (Barcelona, 23 de mayo de 1923-Barcelona, 25 de septiembre de 2009), gran intérprete de piano experta en Mozart y en el repertorio español (Granados, Albéniz, Turina, Falla...), que interpretó magistralmente por todas las salas de conciertos del mundo. Entre sus galardones figuran cuatro premios Grammy, la Legión de Honor francesa y el Premio Príncipe de Asturias de las Bellas Artes de 1994. También fue miembro (o miembra) de la Associació musical Granados-Marshall.


Fotografía de la época escaneada por Jano  (propiedad)



Reverso de la fotografía con dedicatoria: "Para mi querido Dieguín. Enrique"


























 Mi abuela materna, nacida en 1900 y ya fallecida, aprovechando la amistad que tenía su padre con Enrique Granados, iba a trasladarse a Barcelona para iniciar sus lecciones de piano con el maestro, alojándose en casa de unos familiares, pero no pudo ser: el 24 de marzo de 1916, cuando regresaba Enrique Granados de una gira que se había iniciado en Nueva York para dirigir la ópera Goyescas, encargada su composición por la Ópera de París tras el éxito obtenido por su suite pianística homónima, y mientras navegaba por el Canal de la Mancha en el buque SUSSEX con su esposa de Londres a Barcelona (última escala de su viaje), se toparon con el submarino alemán UB-29 que lanzó un torpedo, partiéndo el casco del Sussex y ahogando a la tripulación y al pasaje en la I Guerra mundial.
 Enrique Granados nunca fue un catalanista/ nacionalista aunque fundó una escuela de piano en Barcelona y bebió de sus maestros mallorquines y catalanes. Fue un compositor e intérprete universal que, bajo el influjo del Neo-Romanticismo, e inspirado por Chopin, Schubert, Grieg, Schumann..., compuso una música universal en lo español, profundamente atraído por Francisco de Goya y su época, y más por Madrid que por Cataluña. Entre su obra pianística destacaría Las Danzas Españolas (1890):
 1ª Galante.
 2ª Oriental.
3ª Fandango.
4ª Villanesca.
 5ª Andaluza (quizás la más conocida).
6ª Aragonesa (jota).
7ª Valenciana.
8ª Sardana.
9ª Romántica.
10ª Melancólica.
11ª Arabesca.
12ª Bolero.
  No es casual que mi post haya comenzado con una interpretación magistral de Alicia de Larrocha, de la sexta danza, pues está dedicada a mi bisabuelo, Diego Murillo, gran amigo que fue del maestro y socio fundador de la Sociedad Filarmónica de Gijón.

 Para finalizar les regalo otra cosa inédita sobre el maestro: una carta escrita a mi bisabuelo "Dieguín" en la que habla del estreno de Miel de la Alcarria, obra lírica para un drama en tres actos con libreto de Josep Fontana i Codina, cuando estaba en Mallorca; estaremos en 1895, pues la carta no indica la fecha. Léanla y comenten sus impresiones conmigo, pues este material lo he encontrado en mi casa muy guardado.


Carta de Enrique Granados. Escaneada por Jano (propiedad).

Carta escrita por Enrique Granados escaneada por Jano (propiedad).


















  La música de Granados y de todos los compositores españoles es una auténtica fuente de placer para los sentidos, y la interpretación magistral de grandes músicos como Alicia de Larrocha, Luis Galve, Pura de La Riva, Joaquín Achúcarro y todos los que ustedes quieran añadir, merece la pena porque con sus instrumentos bien tocados, acarician nuestros tímpanos en el segundo país, después de Japón, más ruidoso del mundo.

Los españoles somos tan ruidosos como "caprichosos" y muchas veces hacemos cosas grandes.