viernes, 12 de noviembre de 2010

SEXO, OBSESIÓN, PASIÓN Y SESO.

Érase un hombre a una nariz pegado.
Érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escríba,
érase un pez espada muy barbado...
 Así comienza el soneto de Quevedo a una nariz, y así podría comenzar un dicho popular que asegura la posesión de un gran pene debajo de una soberbia nariz; una tontería.
 El sexo es el instinto más contundente e irrefrenable del ser humano, tanto hombre como mujer, y el que mueve la voluntad de las personas hasta el extremo de su perdición o de su felicidad, aún en condición de gran carencia. Sexo infantil de tocamientos, caricias y exploración genital para saber que tu aparato reproductor no solamente sirve para evacuar la orina; sexo adolescente cargado de hormonas y secreciones, reforzado por el deseo de la unión con otro sexo, con otra persona que palpita en sintonía con la misma onda que tu generas con tu vibración vital e involuntaria; culminación en las caricias, besos, palabras cariñosas, a veces soeces pero estimulantes; intercambio de fluidos venéreos que culminan en el orgasmo y terminan en la dulce calma y el sueño de ambos amantes, más reforzados como seres vivientes. Sexo, placer, obsesión y seso; materia gris  que nos permite frenar los excesos y refinar los encuentros amorosos, con el aderezo de la pasión y el Kamasutra personal: todo un universo de sentidos y sentimientos al servicio del crecimiento personal.
 Después el sexo se hace más tranquilo, próximo a la desembocadura del río en la mar, que es el morir, o al menos, más esporádico pero más intenso, con más palabras y menos lenguaje corporal: Los amantes que otrora follaban intensamente, son agora amigos/amantes que follan de vez en vez, tomándose un respiro o mil si hace falta, con el diálogo de la complicidad que concede el proyecto común de la relación mantenida. Un intercambio de calor humano, en el sentido más estricto, frente a una mezcla de fluidos venéreos cada vez más escasos.
 ¡Joder, cómo presta joder sin temor a los gatillazos!