viernes, 4 de diciembre de 2009

Espatuxina, una tortuga ejemplar.

Pues esta es mi Espatuxina, en realidad es la tortuga de agua de mi hijo pero soy yo el que se ocupa de ella, y ya siento mucho cariño por ella, como sentía Juan Ramón Jimenez por su burro Platero, peludo y suave, que con un trotecillo alegre se acercaba a él. No puedo decir ni siquiera que tiene los ojos negros-los tiene muy pequeños y no se los puedo ver; ni que es peluda-¡faltaría más en una tortuga!-y no puedo decir que trote, solamente espatuxa como los bebés sobre el suelo de la vivienda y en el agua. Me llama la atención de ella sus bonitos colores verdes y amarillos casi fosforescentes, y sus arrugas en la papada que exhibe cuando saca la cabecita fuera del agua para tomar el sol, amén de sus dibujos por toda la concha. A pesar de que estamos en contacto todos los días, ella esconde la cabeza bajo el caparazón cada vez que me acerco a la tortuguera, y eso me disgusta pues, creo, ya debería tener confianza en su cuidador y amigo.
Contemplo sus arrugas/estrías, su relativamente grande caparazón, su rapidez al esconder patas, rabo y cabeza con la lentitud de movimientos que caracteriza a estos animales, y sorprendentemente me vienen imágenes a la cabeza: ¡que increíble parecido tiene mi Espatuxina con la "papa arruga de expresión displicente" de la vicepresidenta De la Vega, también ella muy colorista; ¡que similitud con el gobierno de España, que se esconde en el caparazón con presteza cuando surgen problemas no asumibles por un santo varón como fray José Luis de León, eximio místico de esta España laica, laica, laica por cojones, que ha inventado la alianza de civilizaciones y la economía sostenible, que habremos de sostener los de siempre: La extinta clase media, lavativa de todos los culos ricos y pobres.
Pero yo contemplo a mi Espatuxina cuando corre por el salón y me río de todo, al ver que ella es feliz y yo con ella. Temo que algún día lleguen los de la SGAE y me cobren por este momento de felicidad, pues la alegría es también arte y creación.
Un saludo.

martes, 1 de diciembre de 2009

ECONOMIA


No se nada de economía y tampoco me importa mucho, pero últimamente resulta imposible no fijarse en este término, con la que esta cayendo, y hasta yo mismo, que me aburro soberanamente con la correspondencia bancaria (a veces confundo la propaganda del reverso con información de mi cuenta) estoy empapándome un poco sobre este tema para no ser el que calla siempre cuando mi/mis interlocutor/es se despachan profusamente en el asunto; En este país parece que todo Dios sabe de macro y micro economía, hasta Zapatero, que tiene una visión holística y certera de todos los ministerios e inventa algunos tan pintorescos como inútiles.
En España parece que la cosa económica iba viento en popa hasta que unos chorizos de altos vuelos y guante blanco, de ultramar, envenenaron la caja del dinero con valores que no valían y lograron engañar a los escualos que más saben del asunto. Cuando las entidades financieras se dieron cuenta ya era tarde y, para más inri, nadie sabia en qué paquetes viajaba el veneno. El caos se apodero del mundo financiero y algunos exégetas, con mayor o menor fortuna, trataron de explicarnos este cacao maravillao que nos tenia acojonados y sin saber qué hacer con nuestros ahorros.
En pleno fervorín de este embrollo económico y con todas las alarmas atronando, surge una conjunción planetaria anunciada por la Pajín, que rima con fervorín, y nuestro presidente nos desmiente el oráculo financiero diciéndonos que la economía española es de las más cachas del mundo mundial y no hay nada que temer, que aquí no pasa nada, y que personajes como ese ingeniero retirado, que se divierte en sus muchos ratos libres elaborando teorías económicas catastrofistas, no tienen razón. Pero la alegría dura poco en casa del pobre y pronto, lentamente, el presidente se va desdiciendo mientras crece el paro en progresión geométrica, y el desencanto se apodera del país de nunca jamás.
A día de hoy sigo sin entender nada pero me consuelo porque los pobres, pero algo acomodados, seguimos viviendo y pagando nuestras facturas puntualmente; llegando a la conclusión de que nadie sabe de economía, pues la de antes no era sostenible y se desplomo como un edificio con carcoma.
PD: Voy a taparme los oídos, los ojos y la boca y voy a fijarme en la imagen de D. Benjamín Franklin (en el billete de dollar), que se enriqueció como impresor, invento cosas e imprimió los primeros billetes de banco a prueba de falsificaciones, hasta que cambie su expresión de horror, señal de que las cosas irán mejor.
Un saludo.