martes, 10 de agosto de 2010

CABO VERDE TERRA ESTIMADA




El archipiélago de Cabo Verde, situado frente a las costas de Senegal, está formado por diez islas y un sinfín de islotes, todos ellos de naturaleza volcánica y en general bastante desérticos. Tradicionalmente se distinguen dos grupos de islas según su situación con respecto a los vientos dominantes: "A SOTAVENTO" (Maio, Santiago, Fogo y Brava) y "A BARLOVENTO" (Santo Antao, Sao Vicente, Sao Nicolau, Santa Luzía, Sal y Boavista). También admiten una clasificación geográfica: LAS ORIENTALES, planas y arenosas (Sal, Boavista y Maio) y LAS OCCIDENTALES, montañosas, que son el resto. La isla de Fogo es la única que posee actividad volcánica y en ella se encuentra Piconovo q ue con sus 2829 m., es la montaña más alta del archipiélago; Santa Luzía es la isla más pequeña y está deshabitada.
 Descubiertas y colonizadas por los portugueses en el S. XV (probablemente fueran conocidas previamente por los pescadores africanos de la costa oeste), antes de que Colón iniciara su viaje hacia las Indias, fueron pobladas por estos y explotadas de diferentes maneras (producción de sal, agricultura y ganadería caprina, comercio de esclavos, lugar estratégico de abastecimiento y refugio de la flota lusa...) durante siglos, incluso mediante el arrendamiento a paises como Inglaterra u Holanda. En el S. XX comienza una corriente de liberación de las colonias portuguesas (principalmente Angola y Cabo Verde) por parte de los indígenas, liderados por personajes como Amilcar Cabral que moriría asesinado a principios de la década de los 70, sin ver realizado su sueño de descolonización. Cabo Verde se independizó como colonia portuguesa en 1975, tomando el poder el PARTIDO AFRICANO PARA LA LIBERACIÓN DE CABO VERDE, sustituido en el poder por el MOVIMIENTO PARA LA DEMOCRACIA, en 1991.
 Actualmente Cabo Verde es una república cuya capital es Praia, la ciudad más grande con 100.000 habitantes, en la isla de Santiago.


BOAVISTA

Boavista es una de las islas orientales de Cabo Verde, situada a barlovento y a unos 600 km. de Dakar, plana, arenosa y desértica y una de las más grandes y despobladas del archipiélago caboverdiano (unos 10.000 habitantes repartidos por las escasas poblaciones que hay en ella). Desde la inauguración de su aeropuerto, hace un año aproximadamente, comienza a abrirse al turismo internacional con vuelos procedentes de Lisboa, Italia, Alemania y, desde julio de este año, España, que hacen escala en Rabil para continuar viaje con destino al aeropuerto internacional Amilcar Cabral de la vecina isla de Sal. La pequeña población de Rabil, antaño la capital de la isla, está situada en un secarral desértico y polvoriento, al lado del aeródromo, y se ha convertido en una "ciudad dormitorio" por ser la vivienda más barata que en Sal Rei, la capital de la isla (3000 habitantes aproximadamente). Desde Rabil parten vuelos domésticos hacia Sal y otras islas hasta las seis de la tarde, hora de cierre del aeropuerto.

Aeropuerto de Rabil: vuelo hacia Sal.

  La llegada a Boavista es impactante: el avión vuela bajo y lento describiendo una curva pronunciada para tomar la única pista del aeropuerto, mostrándote por las ventanillas las aguas azul turquesa y la arena blanca de la paradisiaca playa Chaves, para después sobrevolar la zona desértica tras las dunas de la mencionada playa, hasta el breve encuentro con la pista de aterrizaje. Los hoteles están a tres km de Rabil (Riu, Decamerón e Iberostar.
  

Praia Chaves.

Desde Rabil parte una carretera asfaltada de 3 km hacia Sal Rei, la única que existe en la isla.
  Sal Rei es una pobalción muy pintoresca, de estilo colonial, típicamente africana, pobre y desabastecida. Las tiendas son una mezcla de colmado de barrio y tienda de ultramarinos tradicional, con sus sacos de patatas en la puerta pero con precios carísimos. Los edificios son de planta baja, la mayoría, y muy humildes; solo la belleza natural de los caboverdianos (de rasgos faciales finos y cuerpos esbeltos) y la serena alegría que transmiten sus rostros logra atenuar la pobreza digna que allí se percibe, pues la única riqueza es la pesca, que allí es muy abundante. Curiosamente existen tiendas de chinos exactamente con los mismos productos que venden aquí, pero más modestas.
 Lo más llamativo es la venta de pescado recién traído en la Rua dos Pescadores y la cansabida persecución de los vendedores de artesanía local, junto con la oferta constante de taxis para llevarte a cualquier sitio. También existen tabernas pintorescas donde tomar una cerveza caboverdiana (estela do Cabo Verde) en un entorno tranquilo y agradable a los sentidos: la taberna Te Manchê, entre la playa y el puerto pesquero y cuyo módulo principal es un contenedor marítimo.



Rua dos pescadores.
  Pero la pobreza también alcanza a los edificios públicos, aunque no a todos. Como ejemplo pondré el juzgado y notaría de Sal Rei (la imagen superior) en el que no quisieran trabajar el juez Garzón ni ningún otro.
  Salimos de la capital con el 4x4, único vehículo que circula por allí, para adentrarnos en los parajes vírgenes de la isla, por caminos de tierra y por algunas carreteras de empedrado típicamente portugues (en Lisboa y muchas ciudades y pueblos portugueses existen ese tipo de calzadas), con cien ojos en el camino por lo deteriorados que están algunos tramos, para visitar las zonas desérticas del centro insular y las paradisiacas playas de aguas cristalinas, como la de Santa Mónica, que con sus 19 km de longitud es una de las más largas del mundo, visitando algunos pueblos a nuestro paso. En la citada playa van a desovar las tortugas marinas en un ritual nocturno que se repite desde hace miles de años.

El interior tórrido, desértico y volcánico, sirve de contrapunto a la belleza de una costa virgen y preñada de vida en la cual se pueden observar a simple vista especies marinas en gran abundancia: barracudas, doradas, salmonetes e incluso pequeños escualos que huyen de sus mayores para no ser devorados; en el bucéo podremos ver, con suerte, tortugas marinas.
 Desgraciadamente, todo paraíso lleva implícito su infierno y Boavista también. La pobreza y la creciente llegada de turistas hace que muchos caboverdianos exploten el filón del extranjero mediante el viejo oficio del atracador que te sorprende en un paraje solitario y te roba a punta de cuchillo, con violencia o sin ella, despojándote de todo lo valioso que llevas.
  Me han quedado muchas cosas por contar, seguramente, pero mi idea es transmitir lo importante de viajar y conocer disfrutando de este mundo que nos atrapa con la fuerza de la gravedad.
 Para definir esta tierra insular nadie mejor que Cesaria Evora, la gran artista caboverdiana.http://www.youtube.com/watch?v=PcvjJypt4DY