jueves, 10 de enero de 2013

INVIERNO.


  Llega el invierno. Espléndido dictado
me dan las lentas hojas
vestidas de silencio y amarillo.
Soy un libro de nieve,
una espaciosa mano, una pradera,
un círculo que espera,
pertenezco a la tierra y a su invierno.
Creció el rumor del mundo en el follaje,
ardió después el trigo constelado
por flores rojas como quemaduras,
luego llegó el otoño a establecer
la escritura del vino:
todo pasó, fue cielo pasajero
la copa del estío,
y se apagó la nube navegante.
Yo esperé en el balcón tan enlutado,
como ayer con las yedras de mi infancia,
que la tierra extendiera
sus alas en mi amor deshabitado.
Yo supe que la rosa caería
y el hueso del durazno transitorio
volvería a dormir y a germinar:
y me embriagué con la copa del aire
hasta que todo el mar se hizo nocturno
y el arrebol se convirtió en ceniza.
La tierra vive ahora
tranquilizando su interrogatorio,
extendida la piel de su silencio.
Yo vuelvo a ser ahora
el taciturno que llegó de lejos
envuelto en lluvia fría y en campanas:
debo a la muerte pura de la tierra
la voluntad de mis germinaciones
(Pablo Neruda: Jardín de Invierno)

         Invierno lánguido de tardío amanecer y abundantes ropas... Larga noche que te atrapa en el camino y entumece las junturas bajo el palor de la piel, senda trazada en un cielo estrellado y titilante; calor de hogar sin lluvia, sin nubes, solamente una voluta humeante de la leña que apaga el fuego frío de tu aliento.

 Invierno sosegado y sosegante que enlentece el fenómeno vital sin llegar a apagarlo totalmente; sordina de la vida que recuerda a la muerte con su apagada melodía, con su paleta de colores restringida. Estación que hace hervir la sangre aventurera de los más jóvenes.



  El campo descansa en invierno y lo perenne se hace más verde: una jugosa esmeralda entre el topacio seco de la hojarasca ya muerta; entre la roca grisácea desnuda que a veces se viste de ambas tonalidades.




  Estación fría, que nos recuerda el final de nuestras vidas sin saber si habrá otro invierno, quizás otra primavera para renacer... Qué más da... El color del topacio también es bonito y es peor invernar con el color verde intenso de la esmeralda.

Cuando estemos viejos
y se nos achique
el paisaje en los ojos

Y el sol del invierno
se nos ponga flojos,
y nos cachetee la cara el espejo.

Cuando estemos viejos
y tiemblen mis manos
al tomar las tuyas.

y nos falte el llanto,
la risa y la bulla,
de estos dos diablillos
que ya estarán lejos.

Cuando estemos viejos
cuando estemos solos
cuando no haya nada,
y nos duela todo.

Cuando solo exista
la casa vacía
y anden en silencio
tu sombra y la mía.

Nos querremos tanto
que nuestro cariño
llenará la ausencia
de esos dos chiquillos.

Cuando estemos viejos
yo te lo prometo compañera mía,
serán nuestros años plenos de dulzura,
serán nuestras horas llenas de poesía.

Andaremos juntos viejitos e inquietos
las cuatro estaciones de un mundo de miedos
Yveremos juntos que miente el espejo,
pues seremos novios
cuando estemos viejos.