viernes, 8 de abril de 2011

ALFONSINA STORNI.

 Alfonsina Storni (Sala Capriasca 1892-Mar del Plata 1938) poeta/poetisa argentina de origen suizo, hija de emigrantes de esa nacionalidad, tuvo una infancia tranquila en suramérica hasta que la ruina del negocio familiar la obligó a desarrollar diversos trabajos de apoyo económico al sostén de la familia. No obstante, logró graduarse como maestra y llegó a ejercer el magisterio en Rosario y Buenos Aires. Sus inquietudes literarias se plasmaron en colaboraciones publicadas en los principales periódicos y revistas de la época haciendo famoso el seudónimo de Tao-Tao.
 En 1916 publica su primer libro de versos, La inquietud del rosal, revelándose como un gran valor de la literatura hispanoamericana y continuando su creación en colecciones de poemas posteriores: Languidez (1920), Ocre (1926) que trata exclusivamente del mar; vendrían después otras colecciones de poemas, como El Mundo de Siete Pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938).

 Mujer sensual y melancólica, disconforme con el papel que desempeña el género femenino de sumisión a un rol no deseado pero impuesto, escribe poemas tan significativos como este:


  PUDIERA SER...

                                                                                             
Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido

No fuera más que aquello que nunca pudo ser,

No fuera más que algo vedado y reprimido

De familia en familia, de mujer en mujer.

Dicen que en los solares de mi gente, medido

Estaba todo aquello que se debía hacer...

Dicen que silenciosas las mujeres han sido

De mi casa materna.. ¡ Ah, bien pudiera ser... !

A veces en mi madre apuntaron antojos

De liberarse, pero, se le subió a los ojos

Una honda amargura, y en la sombra lloró.

y todo eso mordiente, vencido, mutilado,

Todo eso que se hallaba en su alma encerrado,

Pienso que, sin quererlo, lo he libertado yo.


El mar, que tanto amó Alfonsina.
Afonsina se casó y no tuvo un matrimonio feliz; sólo se refiere a él en sus poemas  y decide que no le quiere ver, en su poema póstumo,  dirigiéndose a su nodriza en una evidente regresión a su infancia, probablemente la etapa más querida de su tormentosa existencia. Una deriva de nuestro frágil velero hace que se acerque a la vanguardia, venida de Europa, y que adopte una actitud más hermética en su pensamiento y en su poesía, hasta el desenlace fatal: diagnosticada de cáncer, decide poner fin a su vida atormentada en las aguas del Mar del Plata no sin antes enviar por correo su último poema al diário La  Nación, en el que colaboraba como escritora, y que fue publicado a título póstumo al día siguiente (un domingo de 1938).


 El poema, creo, se lee bien, pero el comentario del periódico no es tan legible y dice así:

 Años más tarde de la muerte de Alfonsina, Ariel Ramírez, hijo de Zenón Ramírez, que fue profesor de Afonsina, oyó de su padre la historia de la poetisa y quedó impresionado. Posteriormente recibió los poemas de Féliz Luna y decidió escribir la música de Alfonsina y el mar con la letra de su amigo; canción muy conocida en la cultura latina, que hemos cantado todos y que ha sido interpretada por muchos cantantes de todas las épocas posteriores. Yo me deleito a veces interpretándola en la guitarra, con evidente destrozo. Pero me gusta.
 Mercedes Sosa, con su hermosa voz, interpretaba la canción magistralmente:


martes, 5 de abril de 2011

CAVE CANEM

Perro mundo. Alegre y divertido, entreverado como el tocino más rancio con penas y tristezas que constituyen el contrapunto de esta carrera de fondo que es la vida; claroscuro de una singladura vital sembrada de muchas penas y pocas glorias, compartidas o reñidas con nuestros perros semejantes, mostrándonos la dentadura para reír en compañía o discutir amargamente entre animales que somos; amantes, amigos, enemigos o seres indiferentes que simplemente nos toleramos sin apenas mirarnos, olisqueando nuestros humores al cruzarnos.
  Perros de paja o de guerra que orinamos muy alto en la pared para marcar territorio y defender nuestro espacio vital mínimo, excluyendo o invitando a otros perros en nuestros dominios con un lenguaje no verbal, con un metalenguaje atávico de especie omnívora, capaces de crear y de destruir, de acariciar y de morder, de morir y renacer en el Hades con la bienvenida de Cerbero, que no nos dejará huir a menos de encantarle con nuestra música de Orfeos o pagarle con la moneda de plata que no hemos entregado a Caronte.

 Perros, amigos fieles que supeditan su vida a la tuya sin pedir más que tu presencia; seres capaces de entender lo que no entendemos los humanos y de oír sonidos inaudibles para nosotros con mirada en escala de grises, agradeciendo una caricia en el lomo con la sonrisa de su rabo. Se dice que los perros acaban pareciéndose a su amo, no lo sé, pero sí sé que muchos amos acaban pareciéndose a su perro. Por pura precaución:


CAVE CANEM: CUIDADO CON EL PERRO.