domingo, 28 de octubre de 2012

UNA CONFUSIÓN VITAL, UN DESMADRE.

CRUZAR UN RÍO. (tomado de Googel+)
 Estamos en una sociedad de consumo y muchas personas no son conscientes de la trampa que ello conlleva, y así estamos, en la cuerda floja de funámbulo y jugándonos la vida en ello para atravesar el río, para cruzar al otro lado que es lo mismo, la misma miseria que nos espera al otro lado. Pocos camimos hay ya seguros...
 De la inseguridad de los caminos y las sendas, de las vías de tránsito, hemos pasado a la indefinición de los caminos vitales a seguir y "caminante ya no hay camino ni se hace el camino al andar"porque ya no hay GPS que nos guíe en este mundo empobrecido, con muchos artículos a consumir y con tantas tentaciones: La neurastenia está servida.
 La tristeza y la indefinición vital; el "quiero vivir a pesar de mi enfermedad firme y terrible, que asumo" se transforma en el "¿quiero? vivir con mi dolor moral y mi insustancial estado patológico, que quiero asumir". Y en ese consumismo estamos... Atravesando el puente hacia el otro lado, con hormigón firme, que no nos va a solucionar nuestro problena existencial.

La voluntad es el verdadero milagro.
   Hoy no citaré a  ningún poeta:

      Porque nací con voluntad impropia, nacido,
      no siento mi vivir herido, pero si dolor,
      una herida doliente que no impide vivir.
      Un día a día seguir con voluntad combatiente,     
       con espíritu de soldado que no teme a la muerte,
       que no pretende matar, solamente vigilante.
         
        Como vida errante en el espacio de las ideas,
        no imagino mi vida mejor... No la concibo.
        Una quimera, una ilusión que soy yo.
        Un avatar contundido y confundido,
        Una dosis de tristeza impuesta, no asumida,
        y en este luchar por esta vida, siempre impuesta,
        no dudaré en pugnar por otras vidas que me importan.
      
        No temblará mi pulso hasta la muerte. No.
         
           Una locura vital que te arrastra, que te sumerge
        en el rabión turbulento de la corriente del río,
        que te voltéa en el pozo en que has caído,
        que te revuelve física y mentalmente:
        ¡Qué potente es el río de la vida y su corriente!
        Seguir el curso con sus meandros hasta la desembocadura
       
       
               
    para morir en la ría, en el útero materno que te dio vida,
    sin consentimiento, sin saber a que te enfrentas.
    No hay nada más caótico e injusto que la vida con sus avatares.

  La enfermedad es un mal que padece toda la sociedad occidental en todos los frentes: la economía está fatal, la convivencia peor y la salud se empeña en claudicar para sentirse la persona "mejor". Hoy nadie presume de salud porque es una cosa obscena; hay que contar al vecino los males que te aquejan y, mejor aún,  relatar el ingreso en el hospital para una intervención quirúrgica o cómo te detectaron en la empresa en la que trabajas que tienes el colesterol por las nubes o que eres hipertenso. También es verdad que, como decía Aldous Huxley, "con los avances de la medicina ya no hay nadie sano"
Aldous Huxley.
 Y en eso estamos: La gente comenta, al ingresar en un hospital, que sintiéndose sanos, saldrán de allí con una nueva patología. Pero nuestra sociedad asume la enfermedad con absoluta resignación; algunos con un sentimiento de felicidad por poder exibir una condición de minusvalía que les hace más fuertes en sus demandas ante la familia y ante las leyes; otros, los verdaderamente enfermos, tratan de sobrevivir como pueden en la vida laboral, social y familiar, normalmente sin quejarse y asumiendo el sufrimiento que afrontarán hasta su muerte.
 La sociedad de consumo es la bomba: por vender te vende hasta la enfermedad como algo deseable e inherente al bienestar: Ponga una enfermedad en su vida para ser feliz.
 Mientras tanto, el Sistema Nacional de Salud está en quiebra.


El mar.
  Pero el mundo y la vida son maravillosos, con enfermedad o sin ella; con dificultad vital para cruzar el puente hacia la otra orilla, aunque no encontremos la solución.