Jornada de reflexión para una campaña de voto que ocurrirá mañana, una jornada más de reflexión con un cambio sustancial: esta vez la reflexión será para los políticos, que por primera vez en toda la historia de la democracia de este país, tan castigado por dictaduras, monarquías absolutistas y repúblicas sangrientas que incorporan el color morado a nuestra bandera de los cardenales producidos por "las hostias que habrán de llevar" todos los españoles, se enfrentan a la verdad. Una verdad incómoda que llevan años ignorando en su supina ignorancia y con su inmensa arrogancia, que tanto les caracteriza, aislados del resto de los ciudadanos en esa isla llamada el "síndrome de la Moncloa" que parece no tener cura. Pues bien, ya tenéis al pueblo en lucha pacífica, pero firme, para recordaros vuestra condición de servidores públicos y no de sátrapas privilegiados que habéis sido hasta ahora; y vuestros mítines han sido callados por el clamor popular de muchas gentes que ya no tienen miedo porque ya no tienen nada, salvo deudas e inseguridad en el futuro, por no decir en el presente, y han manifestado su descontento en los países de acogida, que sí han sabido aprovechar el potencial humano que vosotros habéis despreciado desde vuestras poltronas.
Reflexión profunda es lo que os hace falta hoy y mucho más mañana, con el recuento de votos y la deriva de una buena parte de la ciudadanía levantada en armas-las de la razón que les asiste-para recordaros los abusos que habéis cometido hasta ahora, sin aparente arrepentimiento. Espero que esta jornada de reflexión, si aún sois humanos, os haga recapacitar y cambiar vuestras actitudes erróneas, que son muchas, y volváis a la realidad que no os pertenece desde hace mucho tiempo, contemplando el panorama de una ciudadanía que tiene que enfrentarse a diario con una realidad hostil que vosotros habéis contribuido a crear.
En mi jornada de reflexión de hoy mis personajes favoritos son los que están en la calle, tratando de cambiar las cosas de forma pacífica, con la ilusión de un mañana en el que todos podamos sentirnos partícipes reales en la marcha del mundo. Las papeletas, a día de hoy, no sirven ni para limpiarse el culo, son muy ásperas y nuestras posaderas están muy castigadas por vuestras patadas y vuestros golpes bajos.
El maestro Beethoven dedicó su segunda sinfonía, La Heróica, a Napoleón pero, después de saber que su ídolo se había autoproclamado emperador, tachó la dedicatoria en la partitura manuscrita.
MIS QUERIDOS INSURRECTOS: ADELANTE