sábado, 6 de agosto de 2011

LA CARA OCULTA DE LA LUNA.

 Todos tenemos una cara oculta, algunos más que otros, pero la ocultación puede significar intimidad o símplemente el enmascaramiento de una actividad clandestina que está penada por la ley o por la moralidad vigente; no es mi caso ni el de la mayoría, pero nos reservamos nuestra cara oculta, nuestros pensamientos, para nosotros, para gozar de una intimidad a la que toda persona tiene derecho y necesidad, sin convertirnos en una máquina de misterios previsibles. Pero nos gusta "largar" y comunicar con muchas personas por distintos motivos: Comunicar para darnos a conocer, practicar una catarsis en nuestra mente, hacer amigos; o simplemente, dar rienda suelta a nuestro narcisismo. Somos así.
   Al final, nuestra cara oculta no desvela nada interesante y es más de lo mismo: intimidad sin complicaciones y ganas de llegar al otro; un  intento de comunicación con media cara oscurecida por la incidencia de la luz que se antoja oscura y que no tiene secretos. La levedad del ser y el estar; la vigilia compartida con el dormir y soñar, porque la vida es sueño y la muerte es el sueño eterno.
Sic transit gloria mundi.
Esta es la entrada más estúpida que he introducido en mi blog, machacona y reiterativa, y por ello no pretendo ninguna contestación .
 Pero ahí está y no me arrepiento.

lunes, 1 de agosto de 2011

MENORCA, RESERVA DE LA BIOSFERA.

 La isla de Menorca es el territorio insular y peninsular español más oriental, el trozo de tierra española en el que amanece primero. Una pequeña isla mediterránea (Minorca, de los romanos) repleta de historia y de una belleza que satura los sentidos. La tranquilidad agitada y viva de sus ciudades, la exuberancia de sus bosques mediterráneos y la pureza de sus aguas y playas/calas, son el mejor aliciente para visitarla o elegirla como residencia.
 La historia comienza en el año 2000 A.C con las TAULAS (en catalán y mallorquín=mesa) como monumentos pétreos exclusivos de Menorca, que constaban de un rectángulo de piedra clavado en el suelo que culminaba con una piedra, también rectangular, en horizontal y formando una T con el elemento vertical.

 Después habrían de sucederse Fenicios, Cartagineses....hasta la llegada de los romanos, en el año 123 AC con la conquista  de CECILIO METELO, época en la que se establece el primer municipio-Portus Magonis-que es la actual Mahón o Maó. También hubo piratas y musulmanes y en 1229 Jaime I de Aragón somete a los musulmanes pero no logra expulsarlos; esa expulsión habría de llevarla a cabo su hijo, Alfonso III, en 1286.
Escultura de Alfonso III en una plaza de Maó.
 Golosa isla, perla del Meditrráneo, que sería codiciada por muchos países: Inglaterra la conquista en 1713 y le pertenece hasta 1756; toma el relevo Francia en ese mismo año hasta 1763, fundando la ciudad de Sant Lluis y es Camí de Cavalls, que rodéa la isla; nuevamente Inglaterra, tras el tratado de París, toma posesión de la isla, fundando la ciudad de Georgestown, actualmente Es Castell, hasta que en 1802, por el tratado de Amiens, pasa a la soberanía de España hasta hoy, Per in saecula saeculorum.

Puerto de Mahón. Fotografía  de Jano.
 Llegar a Menorca es relativamente fácil: en avión o en ferry (los más pudientes podrán hacerlo en su yate) desde los distintos puertos de las costas de levante (la ventaja de esta última opción es que puedes llevarte el coche y no tener que recurrir al alquiler, generalmente más caro y con contratos que esconden una franquicia; y disfrutar de una travesía por uno de  los mares más míticos y espectaculares de la Tierra) . Una vez que llegas, el hermoso paisaje de la isla te acompañará brevemente hasta el destino que hayas elegido porque las distancias son pequeñas en esta joyita del Mediterráneo; y ya instalado en tu hotel, chalet con servicio o sin él, o cualquier chamizo elegido, empezarás a disfrutar de una naturaleza que merece la pena conocer. Si eliges un RESORT en régimen de "todo incluído" podrás disfrutar de dicho régimen cuando te apetezca y podrás elegir plato. También podrás participar en las actividades del hotel o sencillamente sestear en el césped que hay delante de la terraza de tu apartamento.

Todo incluído. Por Jano.

 Pero lo más interesante en Menorca, como en cualquier otro lugar, es visitar el lugar y disfrutar de los muchos atractivos que ofrece. 

La siesta del erizo. Fotografía de Jano.
 En la pequeña isla de Menorca se puede disfrutar de la tierra,de sus ciudades y pueblos y del mar. Ciudades como Mahón, con su hermoso puerto y la tranquilidad de una capital;de algunos monumentos y terrazas donde degustar pescados y mariscos frescos, y especialidades como las ortigas rebozadas (anémonas de mar rebozadas y fritas), algunos quesos artesanos isleños (poca variedad, francamente) y la sobrasada menorquina, toda una especialidad balear. Para los más golosos, las confiterías ofrecen unos productos muy tentadores, presididos por la ensaimada. La tranquilidad reinante en la isla se rompe con fiestas como la de Sant Joan, en Ciutadella, con la invasión de caballos y sus jinetes y un ejército de jóvenes dispuestos a romper la rutina, más allá de la duración de la fiesta.
 De Maó a Ciutadella discurre la carretera principal de Menorca, con Es Mercadal como nudo de enlace principal entre el norte y el sur, a través de carreteras secundarias que te conducirán a todas las playas y las calas de la isla, todo ello presidido por la mayor altura: El toro (357 metros de altitud), con el Santuari de la Mare de Deu, en el centro insular. En dirección norte encontramos la pequeña  villa de Fornells, con su hermosa bahía en la que el Mediterráneo penetra impetuoso y se estrella contra sus paredes de roca, formando blancas espumas que contrastan con el azul intenso de sus aguas, y sus acantilados, perfumados por las matas de ruda y camomila. 


Fornells, por Jano.
 
 

Torre de Fornells (principio del S. XIX), por Jano.
 
 Abandonamos Fornells en dirección oeste por estrechas y sinuosas carreteras secundarias que discurren por amplias praderas, pobladas por casas de labor y vacas que pastan pacíficamente buscando la sombra, para dirigirnos al Cap de Cavallería, la punta más septentrional de la isla, y contemplar sus impresionantes acantilados. Después seguimos ruta para visitar y disfrutar de las playas y calas de aquella zona y, tras un recorrido breve por una amplia pista de tierra, dejamos el coche en un improvisado aparcamiento y seguimos a pié por un sendero a través de las dunas protegidas hasta llegar a la Cala/Platja Binimel-lá, de arena gruesa y rojiza y con roca en la zona de baño; merece la pena seguir el camí de cavalls hasta la siguiente cala, atravesando un paisaje de tierra rojiza y vegetación somera y llegar a Cala Pregonda, de arena blanca y fina y aguas amansadas por el estrecho pasillo rocoso que se abre al mar.

Platja de Binimel-lá, por Jano
Cala Pregonda, por Jano.
Camí de Cavalls a Pregonda, por Jano.
 Los más aventureros podrían ir más al oeste y caminar una hora hasta Cala Pilar, pero quizás no merezca la pena.
 De regreso a nuestro destino vacacional podemos visitar la tercera ciudad de Menorca, situada al sur, para recorrer sus calles y tomarnos un refrigerio o hacer alguna compra de última hora. Alaior nos recibirá con su impresionante "església de Santa Eulália", encumbrada en lo más alto de la ciudad, y cuyos orígenes datan del S. XIV cuando Jaime II transformó una mezquita árabe en un templo cristiano, modificado a través de los siglos hasta llegar al templo actual: una iglesia-fortaleza de muros robustos y con un acabado interior de estilo gótico tardío. Sus calles estrechas y empedradas  tienen cierto encanto, que culmina con sus plazas pequeñas y acogedoras como La Plaça de la constitució, punto clave en las fiestas de Sant Llorenç (primer sábado y domingo después del 10 de agosto). Desde Alaior podremos ir a la playa más grande del sur de Menorca (hay linea de autobuses que te dejan en la misma playa): Son Bou. Es una playa de unos tres kilómetros de longitud, separada de la población por un complejo dunar y una zona de marisma, ambas protegidas, en las que conviven patos silvestres y otras aves, Junto con una especie de tortuga terrestre autóctona (Testudo Hermanni), fácil de encontrar por los caminos e incluso en los jardines de los hoteles.

Playa de Son Bou, por Jano.

Testudo Hermanni en un camí.
Ayuntamiento de Ciutadella, por Jano.

  Tomamos la carretera principal para visitar Ciutadella y pasear por su hermoso puerto, presidido en su entrada por el Castell de Sant Nicolau (fortaleza española del S. XVIII que vigila la entrada al puerto), para continuar por el camí des baix, al lado del mar, y después subir hasta la plaza del ayuntamiento y perdernos por las estrechas calles del casco antiguo, con sus comercios y sus terrazas, en los que podremos comprar ropa, calzado (las famosas menorquinas), quesos y embutidos artesanos y tomar un aperitivo o una comida. Cuando el calor apriete, podemos desplazarnos hasta las cercanas Cala de Santandría, Sa Caleta o Cala Blanca, para tomar un baño y posteriormente visitar el Cap D´Artrutx, en la punta suroeste de la isla.
Cala de Santandría, por Jano.
La costa suroeste de Mallorca es verdaderamente espectacular por sus acantilados verticales, recortados por los entrantes del mar que forman las calas, y por la exuberancia de su bosque mediterráneo (presente en toda la isla) que se puede recorrer a pié a través de los camins de cavalls, también presentes en toda la isla para mayor gozo de los amantes del senderismo.
 Una buena opción es descender desde Ferreries hasta Cala Galdana, pequeña población turística con algún hotel y preciosos chalets encaramados en la roca, y disfrutar de la cala o dejar el coche y tomar el camí de cavalls para acceder a Cala Macarella (llega el coche) y la pequeña y coqueta Cala Macarelleta, sólamente accesible a pié desde ésta última, por un breve y espectacular tramo del camí.


Cala Macarella, por Jano.
La travesía, corta y sin grandes pendientes, transcurre por un camino estrecho que asciende al borde del acantilado, permitiéndonos contemplar las distintas tonalidades de azul con las que viste Macarella, desde la barandilla rústica de troncos que delimita el camino por la izquierda; por la derecha, la roca tallada por el sendero cubierta de vegetación.
 Llegados al punto más alto del camino nos tomamos un respiro antes de iniciar el descenso abrupto, mientras contemplamos la belleza de Macarelleta en su conjunto.

Cala Macarelleta, por Jano.




Cala Macarelleta, por Jano.


Pero la más apreciada joya de esta zona de Menorca es la Cala en Turqueta, que como otras (Cala Mitjana, Cala Talaier...), está sometida a un régimen de restricción para el acceso en coche, cerrando el cupo cuando se cubren las plazas de aparcamiento.
 Para llegar en coche a Turqueta tomaremos la ronda de Ciutadella en dirección a Mahón y, antes de llegar a la glorieta para elegir destino, nos fijaremos en un panel luminoso en el que se detalla el estado de ocupación de las calas (abierta o cerrada). En caso favorable, entraremos en  la glorieta y tomaremos una carretera secundaria a la derecha (a las 10 horas de la esfera del reloj) y seguiremos las indicaciones, que no tienen pérdida. Llegaremos a Turqueta y habremos de dejar el coche en un aparcamiento de tierra, en el bosque, para continuar camino a pié por un camí de cavalls, frondoso y precioso, de menos de un kilómetro.

Cala en Turqueta, por Jano.




Cala en Turqueta, por Jano.
Para los más osados, amantes del senderismo o los que quieran conocer Turqueta sin restricción, se puede llegar a la cala a través del camí que parte de Cala Galdana, tomando la desviación de la derecha, y recorriendo los 2,9 kilómetros que hay desde allí. Seguramente merecerá la pena el esfuerzo. También aprovecho la ocasión para recomendar el uso de botas de senderismo para caminar por esas rutas porque, aunque son muy cómodas de andar, siempre es mejor contar con unas malas botas que con el mejor calzado deportivo o alpargatas. Que lo disfruten.
 En otra ocasión decidimos visitar el oeste de Menorca, comenzando por una visita a Mahón y a Sant Lluis y también dar un paseo por la pintoresca villa marinera de Es Castell (la antigua Georgestown de la época inglesa).

Port de Maó con la isla Del Rey, por Jano.
Isla del Rey.
En Mahón destaca su hermoso puerto, en el que podremos contemplar suntuosos yates de todos los tamaños y nacionalidades; y la Isla del Rey o Isla del Hospital, llamada así por la existencia del  hospital (hoy una ruina que trata de ser recuperada por la Asociació D´Amics de L´Illa de L´Hospital desde 2004, contando con la ayuda del voluntariado) fundado en 1711 (se cumple el tercer centenario este año) por el almirante inglés Jennings cuando el puerto de Mahón era una escala obligada en la navegación a vela por el Mediterráneo. Entramos en la ciudad, a pié, subiendo por una escalinata rodeada de jardines para llegar a la Plaça de la Constitució e iniciar un breve recorrido por sus calles, monumentos e iglesias. Nuestro siguiente destino es la villa marinera de Es Castell, la población más oriental de todo el territorio español.
Gobierno militar de Maó, por Jano.
Con una historia militar desde siglos (su nombre actual hace referencia a su vinculación con el castillo de San Felipe, en la bocana del puerto de Mahón), cuenta con dos grandes fortalezas militares: el Fort Malborough y La Mola, que pueden ser visitados.
 Fort Malborough está sutuado al sur de la bocana del puerto de Mahón, en la cala de Sant Esteve, y fue construido por los ingleses en el S. XVIII entre 1710 y 1726, recibiendo el nombre del militar inglés Sir John Churchill, duque de Malborough, y en gran parte excavado en el subsuelo. Actualmente es un museo militar que se puede visitar recorriendo las galerías subterraneas y contemplando las escenas cotidianas de la milicia de la época ilustradas por algunos maniquíes de tamaño natural en actitud de cotidiano servicio.
Puerto de Es Castell.
Llegados a Es Castell podremos aparcar nuestro vehículo en la Plaza de la Esplanada y contemplar el edificio del ayuntamiento, de estilo colonial con su fachada pintada de rojo, y también el museo militar de Menorca para dirigirnos calle abajo a la iglesia del Roser, del S. XVII, y posteriormente, visita obligada, pasear por el puerto (Calasfont), con sus aguas límpidas y trasparentes y sus restaurantes, tiendas y bares, ubicados en los antiguos almacenes de los pescadores. En la otra orilla de la bahía podremos contemplar las ruinas de la Fortaleza de la Mola.



La Mola.



Construída entre 1848 y 1875 en el reinado de Isabel II como defensa contra la invasión inglesa, tiene una estructura poligonal y es un claro ejemplo de la arquitectura militar de finales del S. XIX. En la guerra civil española fue una cárcel militar en la que se llevaron a cabo muchos fusilamientos y en ella se encuentra-dicen-el cañón más grande que hay en España, con un alcance de 40 Km.
El cañón de la Mola ¿mola?




Antes de abandonar Es Castell se impone una cena en el puerto para retirarnos después a nuestros aposentos. El estrecho muelle, animado pero no agobiante, nos regala su juego de luces nocturnas reflejadas en las aguas del puerto, con aromas salobres de mar, mezclados con los olores de las cocinas que trabajan a destajo para mayor gloria de nuestros paladares.
La nit en Calasfont.
Mientras regresamos a nuestra morada provisional, ventanillas abiertas y aire acondicionado apagado para sentir los aromas del bosque  mediterráneo, escuchamos en una emisora local a María del Mar Bonet en su Petita estança, con el firme propósito de volver a explorar el oeste de Menorca al día siguiente.


Al día siguente, y sin entrar en Mahón, nos dirigimos a la pequeña ciudad/villa de Sant Lluis, con sus calles rectas y sus edificios de planta baja, encalados y de calles empedradas, con sus confiterías y panaderías de aspecto impecable. Nos llama la atención el Molí de Dalt, del S. XVIII, y actualmente la Oficina de Turismo. Nos topamos con la Iglesia de la localidad, de planta rectangular y con un pórtico de tres arcos labrado en piedra y construída por Antoine D´Allemand en el S. XVIII. En el frontón se aprecia el escudo de armas de Francia y la leyenda: DIVO LUDOVICO SACRUM DEDICAVERE GALLI A.N. MDCCLXI.El interior, como su fábrica exterior, es austero y consta de una sóla nave. En la entrada del templo hay una estantería con múltiples ejemplares de libros sacros en mallorquín, español e inglés.
Sa Mesquida, por Jano.
Subimos un poco al norte hasta el pequeño pueblo de Sa Mesquida para disfrutar de su agradable Cala Mesquida, y tomar un baño en sus transparentes aguas, con el torreón en la roca y un Bunker donde podremos hacer "espeleología" y contemplar el mar desde sus troneras, un tanto claustrofóbicas; el sistema dunar protegido nos regala con su vegetación y sus aromas, mientras subimos por la ladera de la colina rocosa.
Cala Mesquida, por Jano.
Cala Mesquida, por Jano.











 Abandonamos Sa Mesquida por pequeñas carreteras y volvemos hacia el sur, un poco más al sur de Sant Lluis, para dirigirnos a Alcafar y visitar su cala y comer, al lado del mar, en un pequeño hotel ubicado en el lugar. Después tomamos un camí de cavalls, previa apertura de la portilla de madera, en dirección a Punta Prima: calor, pesadez postprandial mitigada por la belleza del paisaje que comienza frondoso en vegetación y se va desnudando de follaje para dar paso a un camino rocoso que se acerca al mar y nos regala una diminuta cala, de cuyo nombre no puedo acordarme porque nunca lo supe, que nos refresca con sus aguas cristalinas y tranquilas. El camino asciende hasta una colina de roca presididada por un torreón.

Cala innominada con torreón, por Jano.
Después del baño decido seguir el camí y visitar la torre: la vista es impresionante y una brisa recorre mi cuerpo para calmar el calor y disipar el sudor del esfuerzo. Hacia el norte, contemplo la villa de Alcafar; hacia el sur, los acantilados con sus aguas rompientes y la Illa de L´aire.

Alcafar, por Jano.






Los acantilados de Alcafar, por Jano.
Eternos peregrinos, nos seguimos moviendo por Menorca, esta vez más al sur y un poco hacia el oeste, para llegar a la localidad de Binbéquet vel para visitar un pueblo de pescadores, rehabilitado para turistas, en el cual tiene un apartamento rústico el futbolista Raul. El rehabilitado pueblo cuenta con pequeños comercios y restaurantes.

Al entrar en el complejo uno tiene la sensación de penetrar en un sagrado cenobio: un cartel ruega silencio para no molestar a los residentes.


Binbéquet vel, por Jano
Seguimos ruta más al oeste para conocer la Cala en Porter, tallada por el mar entre dos acantilados y de arena blanca y fina, como es la norma en Menorca. Las casas prácticamente cuelgan del acantilado de la izquierda y una pequeña marisma deja correr un hilo de agua canalizada hasta el mar por un muro de hormigón. El baño en sus aguas someras se deja querer y el Mediterráneo acaricia nuevamente tu piel para refrescarte rodeado de alguna posidonia. Antes de partir disfrutamos de una buena cerveza en una de sus terrazas.


Cala en Porter, por Jano.
 El regreso al hotel es tranquilo y placentero y después nos espera una ducha para para "quitar el sarro del mar" (Homero. La Odisea), cenar y tomarnos una copa-o tres-antes de ir a la cama.
 Un último apunte acerca del Camí de Cavalls: un verdadero regalo para los amantes del senderismo o para cualquier persona que quiera vivir la naturaleza de la isla de Menorca, aunque sea brevemente y siempre sin dificultad. Con 220 Km de recorrido y una función militar en su inicio, es un auténtico placer "perderse" por sus senderos y respirar el aroma de vegetación y de mar que nos proporciona el camí. No se lo pierdan.

 Seguramente me habré dejado muchas cosas sin contar de Menorca pero espero que las completen ustedes. Aunque soy del norte de España, del cantábrico, quiero terminar con una canción que lo resume todo.

PD: las fotografías de Jano se pueden ampliar con un clic de ratón y están a disposición de todo el que quiera disponer de las mismas.