Querido hijo: mañana celebrarás tu comunión, tu primera Eucaristía, vestido de marinero como lo hice yo en su día, hace ya muchos años. Y después de un trienio de catequesis y lecciones de religión en el colegio, habrás aprendido algo que no comprendes totalmente porque aún eres un cachorro humano que sólo piensa en jugar y en vivir el presente sin la atadura a una cruz y mucho menos en la muerte, ese avatar que sólo les ocurre a los demás. Pensarás en los regalos y en una fiesta en tu honor, tras renunciar a Satanás, a sus pompas y a sus obras; después viene la fiesta familiar que todos te dedicaremos con cariño.Un rito que se repite de generación en generación en el contexto católico.
El tiempo pasa cada década más rápido; la vida te va modelando como el artesano hace con la arcilla, separando los caliches que estropearían el resultado final, aunque la pieza terminada puede tener vida propia, que sería lo deseable y normalmente lo inevitable, tratándose de seres vivos.
No te voy a mentir, aunque mi verdad te la contare más tarde, cuando tú me la exijas: no soy un creyente incondicional, ni siquiera convencional, simplemente soy un agnóstico/deísta al que la idea de Dios no le molesta pero no satisface sus dudas ni necesita de su existencia, a pesar de haber estudiado en un colegio religioso y, como voz blanca que fui, haber cantado, como solista o acompañado por el resto del coro, piezas religiosas en español y en latín; haber vivido hasta hoy las penas y las alegrías de la vida (tú eres la mayor alegría de mi vida) y disfrutar de lo que tenemos en la vida terrenal sin pensar en el final inevitable. Todo merece un descanso y la vida es un trabajo alegre y también penoso. Qué más te podría decir que no sabrás cuando adelantes tus pasos en tu vida.
Me has mostrado tus dientes, pequeño canalla, desafiantes cuando aún eran de leche, y después me los has enseñado, ausentes, como las almenas de una fortaleza que no posees todavía, creyendo a pies juntillas en el Ratoncito Pérez, enarbolando tu espada de Dark Baider ante un mundo que por suerte no comprendes aún, como no compredes totalmente la transcendencia de un compromiso que asumirás mañana y mantendrás toda tu vida o nó. No importa lo que hagas o lo que pienses siempre que respetes a los demás y seas feliz en tu vida.
Te regalo una pieza musical muy bonita cantada por niños
Que seas muy feliz mañana.
Entrañable mes de mayo de Primeras Comuniones. Hoy tengo yo la de una sobrina.
ResponderEliminarDeseo que el día de mañana sea para su hijo al menos tan feliz como el que usted y yo vivimos hace unos "cuantos" años, vestidos de marineros y repartiendo recordartorios (y, en mi caso al menos, desayunando chocolate con churros, como era tradición obligada)
Un saludo, amigo Jano y un beso a su hijo
Hay algo más importante que la creencia, la pertenencia a algo más grande y poderoso que el individuo. Es lo que le ayuda a enfrentarse a la vida y definirse como individuo. Las tradiciones, como la primera comunión, forman parte de ese camino iniciático hacia la identidad propia y colectiva. Feliz día para el que ha de comulgar por primera vez, para quienes reviven sus propios recuerdos y practican la moral que define su cultura, crean o no en la doctrina.
ResponderEliminarMe sumo al deseo de felicidad para tu hijo en un día "tan socialmente" importante para él. Lástima que lo que esté detrás coarte la libertad, naturalidad, espontaneidad de niños (y mayores) a través del chantaje emocional del miedo al infierno, violencia de sangres, clavos y espinas, culpabilidad desde el momento de nacer, y sometimiento y sumisión a través de la afilada lanza de pecados inventados y confesiones impuestas para mantener el status de eso que todos conocemos.
ResponderEliminarQue tu hijo disfrute mucho de sus regalos, de sus padres y de su familia...Su sonrisa es lo que tiene ese valor insuperable a cielos e infiernos.
Un abrazo, Jano.
Hacía tiempo que no pisaba una iglesia y las últimas veces han sido para despedir a familiares ya fallecidos. Hoy he pisado la iglesia para asistir a la comunión de mi hijo y debo confesar que, en un día hermoso en Asturias, me sentí bien entre los feligreses que acudieron a celebrar la Eucaristía de sus hijos o parientes, que con sus trajes austeros de comunión alegraron el templo. ¡Que guapas/os estaban todos en su papel de comulgantes! con el guión aprendido pero interpertado a su manera, como sólo lo pueden hacer los niños, con la improvisación que les caracteriza.
ResponderEliminarDespués, una sencilla comida familiar intercambiando pareceres entre tres generaciones, que pronto se reducirán a dos para seguir en tres, en breve.
Un abrazo a todos y mil gracias por vuestro comentario.
Hay veces que lo mejor que le puede decir un padre a un hijo es la experiencia que este ha tenido en la vida. Hoy ha hecho su primera comunión, espero que no sea la última.
ResponderEliminarUn beso para usted, D. Jano, y otro para su primogénito. Espero que sea por lo menos la mitad de buena persona que su padre.
Neo.
Catequista de niños.
"Proclamador de chantaje emocional del miedo al infierno, violencia de sangres, clavos y espinas, culpabilidad desde el momento de nacer, y sometimiento y sumisión a través de la afilada lanza de pecados inventados y confesiones impuestas para mantener el status de eso que todos conocemos."
Hola,
ResponderEliminarTe he dejado un regalito en mi blog, pásate cuando puedas. Besos