sábado, 20 de febrero de 2010

 Una sensación de soledad invade mi espíritu, pero esto no es nuevo para mí. Nacemos solos  y morimos aún más solos, aunque estemos rodeados por un millar de personas. El último paso debemos darlo nosotros porque nadie nos acompañara hacia lo desconocido.
  Ley de vida.

1 comentario:

  1. jano:

    De niños no vemos la muerte, o si la vemos no nos concierne directamente. Es algo que nos duele si nos toca de cerca sólo porque le pasó a nuestro abuelo, a nuestro "algo".

    E incluso si nos hubiera tocado en primera persona no la habríamos entendido.

    Pero cada día se acerca más, o nosotros a ella. Poco a poco muere gente de nuestra edad, o más jóvenes, desaparece nuestra familia y los niños de ayer somos los adultos de hoy. Un día, nuestros mayores se van y quedamos en sus puestos y empezamos a ver como cosa seria que el turno puede llegar.

    ¿Nos dará tiempo a cumplir los planes, a ver lo que deseábamos ver, o leer, oír, vivir?

    ¿Y cómo serán estos niños? ¿Qué harán? ¿Cómo será la vida, las cosas, el mundo?

    ¿Y nosotros? ¿Decaeremos, moriremos sin darnos cuenta, sufriremos?

    Poco a poco la muerte deja de ser algo que les pasa a otros para afectarnos en primera persona hasta que quizá un día sea el tema importante de nuestro vivir diario.

    Y llegan las preguntas filosóficas y existenciales. Y al final no hay otra respuesta que un intermedio entre dos silencios que sólo nosotros podemos llenar de vida, de alegría, de contenido.

    Dejo aquí también enlace a

    Escuchando a Sicilo

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